sábado, 28 de junio de 2008

crematistica, economía, psicoanálisis

Crematística, economía y psicoanálisis
El don de nada

En El Capital[1], Marx distingue entre el atesorador y el capitalista. El primero, nos dice, no es otra cosa que el capitalista trastornado; el segundo, en cambio, es un atesorador racional. Son diversas las implicaciones de esta interpretación que Marx toma de Aristóteles para hacer su reflexión crítica en El Capital. ¿Cómo hacer una lectura de esa tendencia a lo ilimitado, en la figura del enriquecimiento, o el poder?

Aristóteles en su Política establece una diferencia entre crematística y economía. La primera es una actividad que tiende al sin límites, en donde el fin mismo se orienta a un absoluto; mientras que la economía sería una actividad limitada a objetivos específicos planeados y concretos, un medio dice el gran estagirita, y no un fin de enriquecimiento en sí mismo. 

Entonces queda claro donde se sitúa el sistema capitalismo industrial que tanto deja abierto a lo ilimitado. Ese imperativo de crecimiento en el que no se conciben los límites a la producción y el desarrollo deniegan todo límite. Algo así como Si sabemos que hay recursos no renobables que estamos agotando, aún así........

El objetivo de enriquecimiento ilimitado responde también a una lógica en la cual se pretende el poder de una manera ilimitada, es tendiente a lo absoluto.

Sus sujetos también parecerían orientarse por la divisa de esta ideología del “sin límites”, el “todo es posible” de la nueva realidad y los nuevos vínculos sociales con sus respectivas economías e instituciones desechables. 

Una de las divisas ideológicas de la modernidad: “superemos todos los límites”.

Heilbroner y lo anacrónico
Diversos autores se han ocupado de las implicaciones psíquicas en el uso y la manipulación del dinero, tratando de vincular, a Marx y a Freud. Uno de ellos ha sido Heilbroner que se destaca no solo por la calidad de su trabajo sino por una omisión interesante. 

Al distinguir entre el componente irracional clásico (marxista), vinculado a la ambición, el poder y el tema del prestigio, hace intervenir conceptos tales como la prolongada lactancia materna, las necesidades afectivas del sujeto, el narcisismo infantil, el elemento patológico y “los niveles inconscientes de la personalidad". 

Al ocuparse del tema de la acumulación de poder, Heilbroner sostiene que dicha acumulación va más allá del prestigio, y lo vincula a las formas de sumisión social y a lo que él llama la naturaleza dependiente que caracteriza al individuo, y sus impulsos sadomasoquistas presentes en el proceso de desarrollo infantil:

''Ésta es la característica de la naturaleza humana que abre la posibilidad, en primer lugar, a una estructura de dominación, los elementos agresivos o pasivos del inconsciente, sin los cuales el ejercicio o la aceptación del poder no podrían aparecer''.[2]

En este desarrollo, el lector advertido puede apreciar una omisión de Heilbroner pues ni los nombres de Freud ni Lacan son mencionados en ningún momento del recorrido. 

Aunque Heilbroner intenta articular a Freud y a Marx, se abstiene de los beneficios que puede aportarle Jacques Lacan a propósito de el “plus de gozar” articulado al plus de valor. Tampoco se beneficia de los autores que recurren al corpus conceptual lacaniano para generar un discurso en el cual se reanuda la interpretación crítica del sistema capitalista, retomando el concepto del sujeto. 

Ese plus de gozar impone a los criterios de racionalidad un excedente intratable, por las vías ordinarias.
Hasta antes de Lacan el planteamiento de la imposibilidad lógica de la cosa y el objeto “a”, no existían para vincularlos con el tema del gasto, el dispendio, la dilapidación, el derroche. Esa otra economía emparentada con la pérdida y el vacío que se presenta en la economía del sujeto emparentada a la suspensión y reanudación de las relaciones de dominio y el sometimiento subjetivo, en la vida política, erótica y amorosa de los sujetos. 

Tenemos entonces una elemento conceptual adicional , por principio enigmático –el esencial invento del objeto “a” de Lacan- que rodea la cosa imposible, para abordar de otra manera lo ilimitado y lo absoluto de la crematística que definió Aristóteles.

Quedan así algunas líneas para la reflexión sobre el comportamiento irracional de los sujetos en materia de enriquecimiento y su ambición dirigida a lo ilimitado y las formas tecnocráticas en el ejercicio del poder y la ley. 



Jean Douvignaud[3]
Este antropólogo francés se ocupa de la economía improductiva a la que nos conduce la lógica del dispendio improductivo promovida por la sociedad capitalista. Con la influencia lacaniana y de Bataille, este autor supone la existencia de un objeto de don, cuya naturaleza es vacía y sin embargo determina la dinámica de los intercambios de dicho don. 

Se trata de una sustancia cuya naturaleza es la nada, un elemento de la estructura escapa a la estructura misma. Douvignaud utiliza el concepto para referirse a la “inutilidad radical”, ese algo que existe y se mantiene fuera del campo de la simbolización sin posibilidad de ser incorporado al desarrollo de las actividades humanas, sin oportunidad de hacer de él “progreso” o historia. 

Solamente se le puede tratar como “nada”, sin alternativa de ser utilizado con fines de progreso, pues no genera obligación de reciprocidad. De esta forma Douvignaud se opone explícitamente a Marcell Mauss y su lógica del Don, pues reciprocidad y obligatoriedad sobre el intercambio son precisamente los elementos que Mauss utiliza para definir el mecanismo funcional del Don. 

Douvignaud se vale del concepto don de nada para hablar de una actividad circunscrita y organizada que interroga el sentido de los procesos normativos y las actividades humanas.

Cuando se aborda este objeto paradójico entramos en un escenario donde desaparece todo referente simbólico sin disolución de la colectividad se refiere a una singular actividad humana que tiene lugar en Playa del Futuro en Brasil. 

Dicha actividad posee semejanzas con los mecanismos de derroche y dilapidación de la fiesta de otra comunidad, la de Sidi Sotan en Túnez. En ambas aparece una laboriosa actividad organizada en aparente desorden. En Playa del Futuro el consumo de energía muscular, el baile y las danzas, el movimiento rítmico de los cuerpos, el gasto económico donde todos participan, genera una actividad de derroche que culmina en una “disolución momentánea de la vida social organizada.” 

Esta gran actividad no reconstruye pasado alguno, ni fortalece la memoria colectiva, no refuerza la cohesión social, ni la identidad o la tradición. Por el contrario, las ponen en entredicho suspendiendo toda forma de normatividad, de registro y de sentido.

Al suspenderse la representación de toda identidad, se cancela el registro de la existencia, y se abre el acceso a la zona donde “no pasa estrictamente nada”. Es la zona no accesible a los registros ni al lenguaje, donde florece el vacío. Tal puesta en suspenso de la memoria y lo simbólico se circunscribe al ritual de la fiesta, motivo por el cual tiene un valor incomprensible para nuestras sociedades ávidas de registros y rentabilidad, nos dice Douvignaud.


Tales actividades comunitarias no generan violencia, invierten las fuerzas actuantes de lo violento, y desactivan los vínculos por los que el poder mantiene su red institucionalizada.
En la fiesta aparece el lujo del derroche, el desorden, la voluptuosidad. Douvignaud considerará que Mauss no logra vislumbrar estas modalidades del ritual, en las cuales no existe, la reciprocidad ni el intercambio, pues no hay nada que dar, “salvo esa nada". 

Se critica así, la racionalidad y la ideología dominante representada por Marcel Mauss, ya que considera las formas de intercambio y las prácticas del don como anticipación de la economía del mercado como destino económico de todas las sociedades conocidas. 

Douvignaud se opone a esta idea evolucionista, reivindicando el don de "nada", don del derroche, del desorden, de la actividad y del sacrificio sin utilidad. "Somos nosotros, una vez más, gente de la ciudad, los que hablamos de derroche. Para ellos, se trata de un acto distinto de la actividad general. Un acto que quita a una o varias familias la posibilidad de economizar y entrar en el sistema de economía de mercado. Pero eso es precisamente lo que esperan. Su delirio verbal y su manducación se sacia de inutilidad."[4]
En la fiesta de Sidi Sotan al sur de Túnez, los "participantes juegan a perder" en el escenario de los arenales desérticos, donde no hay intercambio alguno, ni restitución esperada: "el sacrificio es un juego y en él se hace don inútil de nada que se posee."[5] Una nada que define el Don desde un vacío donde toda la actividad recreada es destinada al gasto y el derroche.

En suma, esta nada del Don, supone una experiencia que se confronta con los límites de lo humano para generar una desestructuración delimitada. Como en la fiesta social en la Playa del futuro o también en el "nihilismo mexicano”, la dinámica de este Don genera una suspensión del “otro” y en consecuencia de los referentes de la identidad propia para llegar a un punto donde no se es, en ese lugar donde cae la producción simbólica e imaginaria y se entra a una zona indefinida del ser.


La policía, que ha tratado de diluir la fiesta de Sidi Sotan, encuentra en esa actividad una manifestación de desorden social y un atentado a la organización jerarquizada. Desde la perspectiva de la adaptación social y del dogma del progreso, el desarrollo y la producción, se trata, de una violentación, una actividad humana que se opone a la lógica monetarista de la acumulación y la organización jerarquizada de las actividades humanas.



[1] Carlos Marx, El Capital, cap VI
[2] Robert Heilbroner, Naturaleza y lógica del capitalismo, Madrid, Ed. Península, 1990, pag 97.
[3] Vease Edwin Sánchez, Abismos, editorial Laberinto, México, 2007. (Bataille Foucault Legendre),donde se desarrolla la lógica de la economía improductiva que propone Bataille)
[4] Jean Douvignaud, El Sacrificio inutil, Fondo de Cultura Económica, p, 122..
[5] Ibid, p.131.