miércoles, 4 de septiembre de 2013

La sombra de tu perro de Jean Allouch una lectura de los amores perros en el psicoanálisis

‘’….¿por qué les reprochas su silencio a los demás
si tú mismo permaneces silencioso?’’ La respuesta es fácil:
porque soy un perro. En lo esencial tan cerrado como los otros,
ofreciendo resistencia(Widerstand) a mis propias preguntas,
duro a fuerza de miedo (Angst)’’   Kafka Investigaciones de un perro. Citado por Allouch

Jean Allouch en su libro La sombra de tu perro propone una reapertura de las lecturas posibles del psicoanálisis contemporáneo y la lectura del lugar de Freud como sujeto supuesto saber expresado en el testimonio de Sidonie Csillag, la proverbial joven homosexual que alguna vez recibiera Freud en su consultorio.  

El texto biográfico que aparece con el seudónimo de Sidonie Csillac de Ines Rieder y Ana Voigt conjunta una información que se diversifica en distintas direcciones. A los 97 años, dos antes de morir, Sidonie mantiene la voluntad para hablar sobre su encuentro con Freud de una manera intensa y consistente con su vida. Las implicaciones de ese testimonio y en el caso singular de Sidonie, a través de su voz, permite a Alloucha considerarla, en tanto voz, como el objeto petit a, para presentar una variante distinta a la interpretación de Lacan sobre el caso de la joven homosexual. 
(Según se nos hace saber fue gravado su testimonio)

Una de las direcciones que diversifica el texto de Rieder y Voigt, lo contextualiza el texto de Allouch, pues el caso de la joven –y bella- homosexual, presentado por Freud es que elige Lacan para hacer su lectura del objeto petit a en la transferencia, objeto, cuya teorización data de 1963, 10 años después de su RSI y su retorno a Freud.

En el seminario de la angustia el planteamiento de Lacan sobre Freud no es ya un retorno a… sino una lectura de la conducción que hace Freud de la bella joven homosexual. Así el texto de Allouch nos permite situarnos en tanto post lacanianos, en el sentido de colocación analítica para leer a Freud en este tiempo cuya travesía nos ha sido dada.

Tal labor supone de entrada la premisa de los dos retornos a Freud de Lacan y el análisis de esos retornos y sus implicaciones y consecuencias en la lectura de Lacan, cuya lectura propone Allouch en su obra escrita, aportando elementos a la lectura posible de los seminarios de Lacan y los textos de Freud, después de Lacan.

Es lo que sucede con la lectura de Pegan a un niño, y que surge respondiendo a las fantasías masturbatorias de Ana Freud. Existe un elemento de coincidencia en el hecho de que también Sidonie asistía al mismo diván en ese tiempo donde las dos jóvenes se recuestan en el diván de Freud. Para ambas la posición del inventor del psicoanálisis se define en tanto demanda del padre, que se adhiere a la demanda del padre de Sidonie, en un caso y a su vez en su propia demanda de padre de su hija Ana.

Con este antecedente y con la lectura del texto de Allouch y al leer nuevamente el texto de ‘’Pegan a un niño’’ me encuentro de nueva cuenta con la potencia creativa de la escritura freudiana con la clara evidencia de que estamos ante un discurso estructurado a la manera del discurso científico (gracias a lo cual Ana debe en buena medida, no haber enloquecido ante la posición de haber sido la analizante, enfermera, hija, secretaria, representante, heredera, alumna, de un Freud que protagoniza el PapaAnalisis -palabreta de mi ocurrencia y no la de Allouch-). 

Un discurso de Freud estructurado científicamente, es decir escindido en su estructuración con respecto a la verdad del sujeto Freud. Un discurso ‘’teórico’’ de un autor colocado en la posición de padre de su teoría, con todo y que se trata de un discurso que da origen a una nueva práctica y una nueva concepción de lo humano.

Con Sidonie ocurre un engaño donde Freud responde para no caer pero habiendo caído para entrar activamente en el juego de su propia transferencia hacia la joven homosexual. Es el preámbulo para el planteamiento del haber ‘dejado caer’ de Freud de la joven homosexual, remitida con una analista mujer que a su vez lleva un control con Freud para triangular una vinculación que se reedita también entre Ana Freud, y Lou Andrea Salome. La triangulación Sidonie, Freud-padre y la amante vienesa Leonie von Puttkamer del tiempo del tratamiento.

Allouch hace la lectura de Lacan al analizar el fracaso de Freud con la joven homosexual. Tal lectura nos posibilita una mejor posición analítica en relación de lo que supone conducir un análisis teniendo en cuenta los planteamientos sobre la transferencia y el objeto petit a, que hay que leer despaternalizando la conducción de Freud como amo, lo cual nos compromete de mejor manera en el psicoanálisis de hoy y que es una de las razones por las cuales el libro es de ya recomendable.

Allouch propone una formulación accesible para todos que vale reproducir en este punto: El límite del análisis de Freud no es otra cosa que el lugar de Freud como padre del psicoanálisis.

Pero ¿de qué manera el amor de transferencia puede ser muy perruno?  

Desde Berganza y Cipión que son los seudónimos de Freud y Eduard Silverstein recreando a su manera el castellano de Cervantes, referidos por Allouch, pasando por el perro de Sidonie, hasta los perros que recorrían la casa de los Freud, la desexualizacion opera favorablemente contra la bestialización y a favor de la domesticación.

Es evidente que no se le podía pedir todo a Freud pero si se podemos desmitificar su figura, y despaternalizar el estilo de la transmisión, las jerarquías que inspira y el despotismo que ha justificado su amor, en el padre, cuya destitución se facilita –se falicita- de su posición del demandante al mismo tiempo que sostenedor de la ley. Por el bien del psicoanálisis.

¿Qué consecuencias genera, si no,  que los albaceas y funcionarios de la API mantengan bajo llave hasta el 2049 cartas escritas por Freud y en torno a Freud? Si el análisis se trata de no ocultar  ¿para qué fomentar el ‘’resguardo’’ de la información?






Apunte y huellas dispersas de lectura del libro La sombra de tu perro
·      
        El límite del análisis de Freud no es otra cosa que el lugar de Freud como padre del psicoanálisis.

·         Una práctica analítica basada en el análisis como el espacio de un objeto parcial y no el del analista como lugar donde yace enquistado el objeto parcial falicizado, debido al empaternamiento freudiano

·         Freud, dice Lacan, señala la angustia de castración como límite del análisis, porque él seguía siendo para su analizado al sede, el lugar del objeto parcial

·         La demanda del padre elevada a la ley

·         El padre es aquel en quien la demanda equivale a la ley

·         La ley es el deseo- Lacan

·         El padre seductor deja de ser padre por eso no hay ‘’padre seductor’’

·         ¿Por qué Freud no pudo cuestionar la demanda del padre de la joven homosexual?

·         Porque estaba comprometido él mismo demandando a Ana. Le demandaba no separarse de él y le ofrecía a cambio a Lou Andrea Salomé con el beneficio de mantenerlas para sí a su cuidado en el amor al padre. Ese triangulo amoroso!!!

·         Destituir al padre es decir no darle lugar a su demanda .......en el caso de la joven homosexual

·         El caso de la joven homosexual que Lacan elije para expresar la nueva concepción de la transferencia que resulta de la invención del objeto petit a

·         Llevar el análisis más allá del complejo de castración

·         Freud seguía siendo para su analizado la sede del ese objeto parcial la sede de ese objeto parcial Allouch pag 24

·         ‘’el falo está positivizado y eso es lo que vuelve insostenible la súbita puesta en relación de ese ´´fi´´ con petit a, pag 30

·         El ‘’dejar caer’’ es el nombre que Lacan da a esa renuncia de Freud ante la joven homosexual justo en el momento en el que descubre el rechazo a los hombres derivado de la relación con el padre.

·         La envía con una colega mujer que se halla en control con Freud con lo cual se hace de nuevo un tríangulo que repite el del padre-joven homo-y la amada, el nuevo triángulo es la analista, la joven y Freud.

·         Freud deja caer a la joven porque se niega a correr el riesgo de ser abandonado y entra de esa manera en el juego imaginario de la transferencia.


·         Se trataba de dejar caer la mirada del padre






lunes, 2 de septiembre de 2013



Dulce Hijo

El buen oficio del director Kornél Mundruczó lo lleva a presentarnos una cinta rigurosa y muy bien estudiada sobre la persona de un adolescente infractor. 

La deprivación emocional que vive el protagonista se refleja en su rostro, en sus expresiones, en sus actos, en la torva mirada. Hay algo de humanidad que no ha llegado a ser en él, algo que no llegó a habitar su alma.

Eso que lo convierte en un criminal, es decir aquello que ha faltado en su conformación psíquica, en su estructura subjetiva, lo que no le fue dado
. No actúa por un principio de maldad, no premedita, malévolamente sus crímenes.

Simplemente actúa como una especie de proto-respuesta desde el tejido aciago de su vida sin destino. Su mirada vacía sin embargo mira.

Dicho de otra manera sus actos le abren la posibilidad sórdida e imposible de un destino que difiere la muerte que él espera.

En el contexto de la historia puede identificarse también ahí un tardío y acaso inútil llamado, una desesperada posibilidad de sobrevivencia convocando al padre que no ha estado cuando hacía falta que estuviese. 

Es eso una de las formas de la deprivación emocional que trato de conceptualizar Winnicott, un faltante del deseo materno que transmite –nada- de manera inevitable.

Es también una deprivación de lo simbólico que no llega a su vida como resultado de una conjunción del deseo que no se realiza. Ella, la madre, lo cede como un objeto, lo deja en manos de las instituciones que no suplen el faltante activo del vínculo, el halito de vida.

El hijo de nadie no tiene como vincularse ni un deseo que oriente sus intercambios, esos que humanizan a la especie.

La violencia desatada se inicia entonces desde la madre para quién el lugar del padre solo lleva las huellas del abandono y la disolución. 

No reconoce en él al padre de su hijo, y solo sale a flote su existencia depresiva. Pero el padre aparece, y se cumple el destino trágico y a pesar de todo, el encuentro donde hay hijo.

lunes, 26 de agosto de 2013

Una entrevista muy divertida!!!!

Slavoj Žižek / La vida en un sorbo (Entrevista)

Entrevista por Rossanna Greenstreet

Slavoj Zizek nacio en Ljubljana, Slovenia en el año de 1949. Es profesor en la European Graduate School, director internacional del Instituto de Humanidades Birkbeck en Londres e investigador en el Instituto de Sociología de la Universidad de Ljubljana. Ha escrito más de treinta libros con temas tan diversos como Hitchcock, Lenin y el 9/11, e incluso preparó y condujo la serie documental “The Pervert's Guide To Cinema”. (La Guía de Cine para Perversos)

¿Cuándo fuiste más feliz? 
En ocasiones cuando aguardaba o recordaba un momento feliz. -Jamás mientras lo vivía.

¿Cuál es tu mayor temor?
El despertar después de la muerte, por ello deseo ser incinerado de inmediato.

¿Cuál es tu recuerdo más temprano?
Mi madre desnuda. Repugnante.

¿Cuál es la persona en vida que más admiras?
Jean-Bertrand Aristide, el presidente de Haití dos veces depuesto. Es un modelo de lo que puede hacerse por la gente aún en las situaciones más desesperadas.

¿Cuál es el rasgo que más deploras de ti mismo?
Ser indolente ante las desgracias de otros

¿Qué rasgo deploras más en los otros?
La vil insistencia de ofrecerme ayuda cuando no la busco o la necesito.

¿Cuál ha sido la situación más vergonzosa en la que te has encontrado?
Estar parado desnudo frente a una mujer antes de hacer el amor.

¿Aparte de una propiedad, qué es lo más costoso que has comprado?
La última edición alemana de las obras completas de Hegel.

¿Cuál es la posesión que más valoras?
Ve la respuesta previa.

¿Qué te deprime?
Ver alegre a la gente estúpida.

¿Qué es lo que más desprecias de tu apariencia?
Que me muestra como realmente soy.

¿Cuál es tu hábito más desagradable?
El ridículo y excesivo tic de gesticular con mis manos al hablar.

¿Cómo sería el disfraz o el atuendo de tus fantasías?
Una máscara de mi mismo sobre mi rostro: entonces la gente pensaría que no soy yo mismo sino alguien pretendiendo ser yo.

¿Cuál es el placer del que más te arrepientes?
Ver embarazosas y patéticas películas como “The Sound of Music”

¿Qué les debes a tus padres?
Nada, espero. No pasé ni un minuto lamentando su muerte.

¿A quién te gustaría decirle que lo sientes? ¿Por qué?
A mis hijos, por no haber sido un padre lo suficientemente bueno.

¿Qué se siente el amor?
Como un gran infortunio, un parásito monstruoso, un estado permanente de emergencia que arruina los placeres insignificantes.

¿Quién o qué es el amor de tu vida?
La filosofía. Pienso en secreto que la realidad sólo existe para poder especular sobre ella.

¿Cuál es tu aroma preferido?
El de la naturaleza en decadencia, como a árboles podridos.

¿Alguna vez has dicho “te amo” sin sentirlo?
Todo el tiempo. Cuando realmente amo a alguien solo puedo demostrarlo con observaciones agresivas y de mal gusto.

¿Cuál es la figura en vida que mas desprecias?
Los médicos que asisten a torturadores.

¿Cuál es el peor empleo que has tenido?
Enseñar. Odio a los estudiantes; son, como toda la gente, básicamente estúpidos y aburridos.

¿Cuál ha sido tu mayor decepción?
Lo que Alan Badiou llama el “desastre obscuro” del siglo XX: el catastrófico fracaso del comunismo.

¿Si pudieras editar tu pasado qué cambiarías?
Mi nacimiento. Concuerdo con Sófocles al decir: la mayor ventura sería el no haber nacido -pero, conforme la broma continúa, muy poca gente ha tenido éxito en ello.

¿Si pudieras regresar en el tiempo a donde irías?
A Alemania de principios del siglo XIX para asistir a un curso universitario dado por Hegel

¿Cómo te relajas?
Escuchando a Wagner una y otra vez.

¿Qué tan seguido tienes sexo?
Depende de lo que uno se refiera al decir sexo. Si es la usual masturbación con una pareja viva, intento evitarlo a toda costa.

¿Qué es lo más cerca que has estado de la muerte?
Cuando tuve un infarto cardíaco menor. Comencé a odiar mi cuerpo: éste se rehusaba a hacer lo que debía, obedecerme ciegamente.

¿Qué mejoraría la calidad de tu vida?
Evitar la vejez.

¿Qué consideras tu mayor logro?
Los capítulos en los que desarrollo lo que para mi es una buena interpretación de Hegel.

¿Cuál es la lección más relevante que la vida te ha dejado?
Que la vida es estúpida e insulsa, que no tiene nada que enseñarte.

Dinos un secreto.
El comunismo vencerá.

sábado, 27 de julio de 2013

Entrevista a Jean Allouch
por Gilda Sabsay Foks

Gilda Sabsay Foks: ¿Encuentra Ud. una brújula para la orientación del psicoanálisis?

Jean AllouchEsta brújula tiene nombre y apellido: Jacques Lacan. Se califica, por ejemplo con el nombre de la escuela a la cual pertenezco, entre todas la primera en presentarse como Escuela Lacaniana de Psicoanálisis. Ud. puede pensar que es una afirmación fuerte, pues ¿porqué entre tantos psicoanalistas que presentaron trabajos elegí ésa?

La respuesta se relaciona primero con el porqué de la escuela, o sea con el valor del saber en psicoanálisis. Ese saber no adquirió un estatuto científico que implicase unanimidad. En medicina uno se topa en algunos puntos bien delimitados con conflictos de escuelas; aparecen cuando el saber (junto con su práctica) queda como problemático, no fijado. Pienso, por ejemplo, en la anestesia local en cirugía cardíaca: fueron necesarios años de lucha para que se practicara en Francia.

La situación del saber analítico es de esta misma especie, y de una manera que pueda llamarse generalizada. Ud. no ignora que en ese punto tuvieron lugar disputas históricas, ya con Freud. Esto no terminó y no lo lamento. “Escuela” es por lo tanto el nombre de una precariedad reconocida, o tal vez de una deficiencia del saber.

Tal comprobación no constituye un alegato a favor de la irracionalidad, pero está relacionada con el hecho que existen distintas órdenes de racionalidad, aunque algunas son preferibles a otras (horizonte de cientificidad en Freud, matemas en Lacan).
Pero porqué, a partir de ahí, elegir a Lacan sobre el trasfondo de ese saber que no alcanza la certidumbre , que sigue siendo conjectural, o como decía Freud prudentemente, un andamio y no el edificio mismo. Este saber no es evidentemente axiomático y la noción misma de “concepto fundamental”, aunque presente a veces en Freud y en Lacan, sigue siendo inestable.

La respuesta es doble. Por un lado, Lacan es, que yo sepa, el único psicoanalista que haya repensado el psicoanálisis en términos ternarios (lo simbólico, lo imaginario, lo real) y no binario (como conflicto tal como aparece en Freud sobre todo si uno piensa en el gran mito oponiendo Eros y Thanatos, o más elemental aún la noción de “conflicto psíquico”, aunque a veces aparece en Freud algunas aproximaciones hacia lo ternario)
Junto con otros psicoanalistas considero decisivo para el análisis el paso que dio Lacan en 1953, “ese pensamiento de a tres” y  sobre los cuales Lacan nunca se desistió y que orientaron cada una de sus propuestas (aún cuando variaron las definiciones de S, de I, de R).

Con la revista Littoral como salvavidas en el torbellino posterior a la disolución de la Escuela Freudiana de París, ya antes del fallecimiento, algunos nos desvinculamos de la manera sugerida por Lacan de recibirlo y ubicarlo especialmente con respecto a Freud.

Al empezar a leerlo desde los primeros comienzos de su recorrido hasta el final, descubríamos que no era tan “freudiano” como quería convencer a su público. Encontramos entonces que, desde el momento de su tesis y con el propósito de no dejar a mitad de camino “el campo paranoico de las psicosis”, refutaba a Freud (su teoría del Yo) de una manera para nada accesoria y si bien, más adelante, se comprometió efectivamente con un “retorno a Freud”, sólo fue después de haber inventado su paradigma simbólico, imaginario, real, o sea sostenido en un punto de apoyo que tampoco era freudiano y del cual nunca quiso renunciar.

Este paradigma lo tomamos con seriedad, toda cuestión analítica debía pensarse de ahora en adelante en forma ternaria. De tal manera la fundación de la Escuela Lacaniana en 1985 tenía entre otros objetivos el valorizar su interés y alcance en el conjunto del campo freudiano. Como decía yo, conflictos de escuelas.

Al tomar como ejemplo a Freud  y su célebre “interlocutor imparcial”, refuto lo que acabo de enunciar; “Si existe un paradigma (en el sentido de Thomas Khun) para el análisis ¿qué necesidad hay de referirse a un apellido? Un egiptólogo contemporáneo no tiene ninguna necesidad de leer a Champollion.
La pregunta abre el segundo aspecto de mi respuesta. De la misma manera que el campo no es “psicoanalítico” sino freudiano, consecuencia del hecho que el estatuto del saber no produce ninguna disciplina que pretenda establecerse como tal, igualmente la implantación del paradigma S, I, R, no produce ninguna articulación suficientemente reglada y ajustada de un conjunto de conceptos o/y de matemas. Ninguno de ellos tiene validez global, ya que el uso de cada uno permanece como local y por lo tanto parcial. Y esa articulación  puede dispensarse de toda referencia a un autor. Sin contar además que cierto número de datos con los cuales nos enfrentamos en el análisis no se prestan para el concepto ni para el matema. Pienso, en particular, al amor de transferencia y también a la validez del análisis didáctico.

Uno de los casos más llamativos de ese estado de cosas es el gran Otro, del cual Lacan terminó por asumir que sólo dependía de él, porque él lo decía. Por lo tanto no es un concepto.
G.S.F.: ¿Cómo ve Ud. el porvenir del psicoanálisis?
J.A.No lo veo ni me preocupo por encararlo. Pues desear es no tener porvenir. Freud y Lacan creyeron poder determinar, por lo menos parcialmente, lo que debía ser ese porvenir más allá de la muerte de ellos. Esto produjo dos veces, ya lo sabe, una superposición  de la familia, que no tiene nada que hacer, si no es en función de un parasitismo, de una colonización, donde los psicoanalistas tratan de formar una comunidad. 
Con ese fin no conviene ni el colegio, ni la asociación, ni el grupo de estudio, ni el círculo. Lo que conviene es la escuela, para nada la familia y menos aún una mezcla de ambos.
Además, en cuanto a la cuestión llamada de la “transmisión”, se puede mencionar otra experiencia tan clara. Freud no había previsto a Lacan. Freud no había preparado nada para que sea posible un Lacan que tomara su relevo. Pues no podemos llegar a imaginar que Freud había fundado la I.P.A. como estrategia para que un día al ser una institución rechazante permitiera el surgimiento de un Lacan.

Por lo tanto, si bien cierta transmisión se produce entre ambos (no lo dudo, ya que regularmente consulto a Freud) no fue por un pensamiento o iniciativa que hubiere tenido Freud con respecto al porvenir del psicoanálisis. Subrayo dos aspectos: cuando uno se preocupa del porvenir, es la familia la que parasita la transmisión. Cuando ocurre efectivamente una transmisión, no se debe al hecho de haberla fomentado. Saque Ud. su conclusión.
Sin embargo, Ud. puede objetar: “Ud. escribe, publica, viene de París hasta Buenos Aires y propone regularmente un seminario”.
 Esta objeción me permite ir más allá del empirismo de los dos aspectos que acabo de señalar. ¿Esta actividad se sostiene en una preocupación por el porvenir? Al revés es un “no future” (para retomar el título  de Lee Edelman), uno de los fundadores de la “queer theory”) lo único que puede ofrecer algún alcance. 

No tengo ninguna necesidad de esperanza para emprender algo. Y emprender sin esperanza (no de manera desesperada) sin esperanza de porvenir para el psicoanálisis y tampoco por lo que produzco, deja a mis interlocutores cierta libertad que revierte sobre lo que digo.
Es a su libertad que me dirijo sin olvidar, especialmente aunque no únicamente, que en el siglo XX, aquéllos que prometieron tal o cual porvenir para  ejercer su poder sobre otros, son responsables de millones de muertos. Acaso cuando uno pretende prolongarse en un niño ¿no le crea a ese niño ciertos problemas?

Pregúntese Ud. ¿cuál es la relación con la muerte (la primera y la segunda) de aquél que se dice preocupado por la transmisión? Pienso que vale la pena plantearse esta pregunta.
Dos palabras todavía relacionadas con el porvenir. No estoy seguro que lo que se reúne bajo el nombre de Lacan y que se designa como enseñanza, aunque no queda muy claro, pueda tener alguna incidencia más allá del fallecimiento de Lacan. Quizás sea una locura creer y esforzarse en ese punto (la locura de la Escuela lacaniana). Quizás no sea posible ningún lacanismo fuera de la presencia de Jacques Lacan, especialmente de sus intervenciones que, casi siempre, tendían a deconstruir el saber que sus alumnos creían tener de él y a quienes respondía a menudo cortésmente “no se trata de eso”. Esta fórmula señala muy exactamente la incidencia del objeto pequeño a (de eso hablo al comienzo del libro Freud y después Lacan)

Podría ser también que, si el análisis persista cierto tiempo, Freud supere a Lacan (suponiendo que haya quedado atrás) pues, al revés de lo que se dice, Freud es mucho más seductor que Lacan (Lacan era a veces seductor pero su enseñanza no es seductora, es árida) con esa idea que cada uno se defiende de su deseo. Wittgenstein, su contemporáneo y una de cuyas hermanas se analizó con Freud, hablaba de esa seducción freudiana, ya que ofrece a cada uno el estatuto envidiable de héroe edípico.
Mientras que Lacan promueve más bien la abyeción. Decía “mis alumnos, si supieran hacia donde los arrastro, estarían espantados”.
G.S.F.: ¿Cree Ud. que lo social en el futuro ocupará cada vez mayor espacio en la teoría y la práctica?
J.A.¿Qué llama Ud. “lo social”? ¿Todo lo referente al hombre en la sociedad? En este caso mi incompetencia para contestarle es manifiesta. Y lo que le voy a decir para no quedarme callado será muy parcial y sólo una opinión.
Se trata de un problema epistemológico y también cultural. Puedo observar, desde hace algún tiempo, que allí donde el saber tiene un estatuto débil, como se lo señalaba al comienzo de nuestra conversación, allí mismo es más susceptible que la cultura, vía mediática, vehiculice modas y prejuicios.
Todo ocurre actualmente en Francia, y me imagino también en Occidente, como si la legitimización del saber no dependiera de los que están encargados de juzgarla sino también de instancias exteriores al campo referido.

Una obra de sociología tendrá más impacto sobre la comunidad de sociólogos si recibe críticas laudables en los medios no especializados. Estos medios, radios o televisión, además de Internet, tienen sus propios intereses (éticos, ideológicos, financieros, etc) que no corresponden a los de esa disciplina nombrada.
¿Y en cuánto al análisis? Casi podría formularse una ley: desde hace algunos años en Francia cuanto más una publicación psicoanalítica se transforma en el portavoz de un Superyo (Freud hablaba de la penetración de un Superyo cultural) más posibilidad tendrá de ser elegida por los medios y más impacto tendrá sobre los analistas, gracias a ese rodeo.
Me disculpará de no citar nombres,  sólo un ejemplo. 

Ahora que el pedófilo, luego del homosexual, se ha transformado en ese personaje abyecto que se expone en primera fila para condenarlo, se silencia la sexualidad infantil. El psicoterapeuta que recibe el recuerdo de una seducción ocurrida durante la infancia, tenderá, sobre todo si el paciente lo estimula a reconocer la “realidad” de ese relato y a veces a comprometer a su paciente a dirigirse a la Justicia. Esa tendencia a desplazar hacia lo jurídico el problema a veces tiene un efecto paradojal: en lugar de ayudar al paciente a liberarse de su problema tiende a profundizarlo.
Ese resbalón en cuanto al saber se comprueba también en la Universidad. Invitado a participar en un jurado sobre una tesis referida a Lacan, me di cuenta que la candidata sabía más sobre esa temática que cada uno de los miembros del jurado, yo incluido. ¿Qué hicimos? Simulamos ser el jurado competente que no éramos en realidad. Dudo que engañar de esa manera tenga alguna utilidad para el análisis.
G.S.F.: Sabemos que Ud. tiene algunas ideas personales sobre el duelo. ¿Podría exponerlas?
J.A.Estas “ideas” no son tan personales. Si hubieran sido tan personales no las hubiera expuesto en público. Con la publicación de Lo erótico del duelo en tiempo de la muerte seca me animé a exponerlas. Sólo después de haber comprobado que lo que surgía de mis pesadillas de duelo se mezclaba con algunas obras recientes, sean de orden teórico (Jacques Lacan, Philippe Ariès), sean literarias (Shakespeaare, Kengabuso Oé, más tarde Yoko Ogawa).
Ya Philippe Ariès había puesto en duda la concepción freudiana al establecer una relación entre Duelo y melancolía con la Primera Guerra Mundial, donde un soldado en el frente, para los ojos del comando, es un objeto sustituible a otro, como para Freud un nuevo objeto de amor viene a reemplazar al objeto desaparecido.

Al observar que une está en duelo de seres a menudo irreemplazables, y lo siguen así más allá de la muerte, tomé el relevo de Ariès, lo que me llevó a estudiar de cerca los dichos, pero también los “no dichos” de Duelo y melancolía. La idea de objeto sustituible es grotesca tratándose de un duelo. Piense en Antígona.
¿Qué produjo el éxito inimaginable del “trabajo de duelo”, presente desde hace varios años en todas las mentes? Sin duda primero la valorización social del trabajo que, además recientemente en Francia, llega hasta la colonización del amor. Me parece tan inconveniente hablar de un “trabajo de amor”, como lo acaba de hacer Alain Badiou, como de considerar el duelo como un trabajo. El duelo es acto (concepto introducido en análisis por Lacan). ¿Qué acto? El de suplementar la pérdida por aquello que yo llamo “un pedazo de sí”.
G.S.F.: Sus conceptos sobre el amor son también originales. ¿Puede exponerlas?
J.A.La primera comprobación que hice al estudiar el amor en Lacan fue anotar que sus propósitos sobre el amor no dependían ni del concepto ni del matema. En efecto, como ya lo señalé, no todo en el ejercicio analítico es conceptualizable. Sin embargo, ignoraba en esa época qué alcance iba , años más tarde, tener esa comprobación después de lecturas prolongadas. Ya colocaba el amor en un registro que debía reconocer como de  cierto misticismo. Aunque  aún hoy me provoca cierto temor pronunciar esa palabra, puesto que presta a muchos malentendidos. Lo mismo que mi abordaje del psicoanálisis como ejercicio espiritual se prestó a malentendidos.
Estos malentendidos muestran hasta qué punto uno sigue indigente, mudo en análisis en cuanto a las religiones, a la relación del análisis con las religiones, empezando por la judía y la cristiana (acuérdese de la inesperada y extraña aparición en Freud del “principio de Nirvana”). Freud, en cuanto a la relación del análisis con lo religioso, había dedicado muchos esfuerzos y hasta su último texto es ante todo una historia del espíritu.
Y Lacan quiso quedar pegado (en sentido futbolístico) al cristianismo, y diferenciar el “amor divino” de lo que yo llamo “el amor Lacan”, o sea una nueva figura del amor que fue diseñando con toques discretos para llegar, igual que otros, a la conclusión que en cuestión de amor no hay ninguna brújula (utilizando la palabra de Ud.) que regule los sentimientos de cada uno.
Al llamar místico el corazón del amor de transferencia, al indicar que este ajuste permite una salida decente (que no sea su prolongación en el grupo analítico) doy un paso que, según me parece, Lacan no se permitió. Aunque algo de este registro hay en las indicaciones recogidas en Lacan. Tomemos su fórmula tardía: “Dios es inconsciente”, aunque por desgracia no dio muchas explicaciones sobre esa afirmación. Muestra, sin embargo, que Lacan había advertido lo relativo del  anuncio de la muerte de Dios y también que el paganismo, esa invención cristiana, no libera mucho del cristianismo.
La muerte de Dios fue proclamada primero por Jean-Paul y Heine, luego retomada de Heine por Nietzche, quien reconoció a Kant como el verdadero asesino de Dios. Kant antropologizó a Dios, hizo de él un postulado de la razón práctica, al pensar la religión dentro de los límites de la simple razón. Nietzche comprueba esa debilidad de ese Dios moral kantiano, pero sin proclamar la ausencia de todo dios. Al contrario, en nombre de otra experiencia divina, señalada con la expresión “más allá del bien y del mal” expuesta con los amores de Dionysos y Ariana.
La muerte de Dios abre el espacio de un nuevo amor, que ya no es del Padre. Intento con Lacan diseñar esa figura.
G.S.F.: En uno de sus seminarios en Buenos Aires Ud. afirmó que siempre hay que dar un paso adelante. ¿Puede aclarar esta idea?
J.A.¿Dije yo dar? Si lo dije fue un error, pues ese hay que  sólo puede impedir la realización de lo que se prescribe, justamente porque lo prescribe. Dejemos esto y preguntémosnos ¿qué es ese asunto de un paso adelante? Sobre todo para los personajes como Freud y Lacan que no creían en el progreso, ni en un futuro luminoso. De obra en obra Freud avanzaba, inclusive bajo la forma aparentemente negativa de rechazar una tesis anterior que había sostenido. Ejemplo característico: no todos los sueños son la realización de un deseo. Hay sueños traumáticos que sirven para otro fin. Por lo tanto, Freud se quedaba muy discreto en cuanto a la idea de dar “un paso adelante”.

Por el contrario, Lacan lo usó muy a menudo. Sin duda porque su ejercicio básico no era la escritura sino el seminario. En oposición a algunos comentaristas como Jean-Claude Milner, creo que Lacan sólo puede estudiarse a partir de sus seminarios. Preocupado con la idea de mantener a su público sin respiro, no sólo de tenerlo agarrado, Lacan no dejaba de indicar que había dado un paso adelante o que iba a dar pronto otro paso, o como mínimo dejaba creer que tenía todavía en su mochila un valioso saber que no había aún entregado (por falta de tiempo a veces, como si no fuera responsable de todos sus rodeos). Esto lo pude comprobar en casi todas las sesiones de sus seminarios. Y funcionó, aunque las pérdidas colaterales eran numerosas. ¿Cómo evaluar hoy la cantidad de personas que se han apartado o que quedaron definitivamente esterilizados?

Sin embargo, hay que aceptar que esta estrategia de seminarista sólo era válida con la perspectiva de una (por lo menos una) próxima sesión de seminario. Al llegar a la extrema vejez, con la enfermedad acercando a la muerte, ya no era válido este tipo de juego, ya quedaba fuera de ese presente. Por lo tanto, hay que leer sus últimos seminarios con esa visión, ya no hay paso adelante, no hay más camino como cuando  diseñaba y abría un camino, como la primera gota que resbala por la pendiente y dibuja de entrada el trazado del futuro arroyo.

Si se encara seriamente este punto catastrófico, deja su sello sobre todo lo anterior. Surge entonces la pregunta ¿hubo paso adelante? Y en caso afirmativo ¿qué camino recorrió? Observo que gran parte de los trabajos publicados reivindicados como de Lacan se apartan de esta pregunta. Hasta se encontró un pretexto para sacarse de encima esa pregunta al declarar que las propuestas de Lacan forman un “sistema de pensamiento” (Elisabeth Roudinesco). Esto equivale a ofrecer a Lacan una inmortalidad “hegeliana” que explícitamente no aceptaba.
G.S.F.: ¿Cree Ud. que con Lacan se cerró o se agotó la manera de comprender el psicoanálisis, o que siempre se abrirá otra ventana?
J.A.Esto es lo que se sugiere o se intenta  cuando se lo transforma en un sistema de pensamiento o cuando se publican diccionarios y resúmenes de los seminarios. Es llamativo que esa paráfrasis de Lacan sólo producen tonterías “lacanianas”. Freud sabía que no podía ser pedagogo de su enseñanza y por lo tanto se abstenía. Enseñar el psicoanálisis para él era escribir su próximo artículo o libro, sin caer en la vulgarización. 

En cuanto a Lacan su estilo impide del todo su vulgarización. Sin embargo, se intenta y se engaña al estudiante al tratar de hacerle accesible a Lacan. ¿Acaso Lacan deseaba que se enseñe su enseñanza? Me permito dudarlo. Lacan, por el contrario, intentaba, aunque sin esperanza desmesurada, a que produzca efectos y que si fuera posible que sus alumnos diesen un paso adelante.

Sin ninguna duda, si Ud. hubiera planteado directamente a Lacan esa pregunta hubiera contestado que no, que estaba muy lejos de haber completado la experiencia analítica, de haberla absorbida en un saber muy ajustado. Su mención de la “docta ignorancia” (Nicolas de Clues) señala como toda ganancia de saber sólo ahonda más el hueco de nuestra ignorancia. Ser erudito en análisis es saber cada vez menos y ésta es la razón principal para ser lo más erudito posible, pues sólo esto permite el acceso a la fragilidad de ese saber.

Permítame una anécdota Cuando Wittgenstein enseñaba filosofía en Cambridge fue a verlo uno de sus alumnos y amigo y le planteó una pregunta importante  para orientar su vida. Ese alumno había estudiado teología pero encaraba estudiar psiquiatría y luego ejercerla. ¿Estaba de acuerdo Wittgenstein con eso? ¿Qué pensaba? Le contestó que lo aprobaba porque creía que su amigo pertenecía a aquéllos que saben que hay más cosas entre el cielo y la tierra que lo contenido en la filosofía. Ud se dará cuenta de donde venía esa posición.
Sólo veo una contradicción a quien se propone ejercer el análisis, si en un momento esa persona declara que ya está listo para ser analista.

G.S.F.: Nos llama la atención su originalidad. Como última pregunta díganos lo que considera lo más valioso de su pensamiento actual.
J.A.No quedaría muy satisfecho si se juzgara mi pensamiento estimable, en caso de que existiera tal cosa, (lo que Lacan identificaba como una secreción)  Pero muy feliz, por el contrario, si resulta estimado, es decir tomado en consideración, juzgado, criticado y si de allí se tomara en cuenta, como debiera ser, que se relaciona con la intervención de Lacan en el campo freudiano.

jueves, 23 de mayo de 2013


La transferencia, y la contratransferencia comentario sobre ‘‘Juntos en la chimenea’’ de Gloria Leff    


(école lacanniene de psychanalyse 1907-las citas corresponden a dicha edición)
Las mujeres psicoanalistas



El marco de los sucesos
El Chicago Institute of Psychoanalysys y la relación Winicott(analista) y Margaret Little


‘‘…se admite efectivamente que en la práctica el analista ha de tener en cuenta, en su información y en su maniobra, los sentimientos, no que él inspira, sino que experimenta en el análisis, es decir, lo que se llama su contratransferencia.’’ (Lacan sem 8 pag 217)  

El texto de Gloria Leff documenta un trazo articulador para dos procesos distintos, desarrollados amplia y pormenorizadamente, el de Margaret Isabel Little en Londres y el de Lucía Tower en la ciudad de Chicago, E.U. Ambos testimonios son analizados por Gloria Leff en relación a la transferencia que los analistas experimentan, es decir una transferencia dirigida a sus analizantes durante el análisis, conocida como contratransferencia.

Se trata de dos procesos donde los planteamientos doctrinarios del psicoanálisis, conducen a un punto aún no elaborado ni teorizado en ese momento, ni en la historia del psicoanálisis, ni en la práctica clínica que sustentaban. Ambos acontecimientos a su vez constituyeron referencias de los planteamientos lacanianos en el escenario de su seminario del año 1961 a propósito de un concepto esencial que articula la problemática: la contratransferencia.

Nos hallamos entonces ante temas cruciales: la concepción de la transferencia y la incidencia de esta concepción en la terminación de un análisis, con todo lo que implica para la ‘formación’ de cada analista. Estas pautas de entendimiento a su vez inciden en la manera en que se organiza una comunidad de analistas, y los dispositivos y condiciones de posibilidad para hacer posible la experiencia del pasaje a la posición de analista conocida como pase que involucra como una condición de posibilidad el análisis personal del pasante a dicha posición.

Registros de una experiencia y una memoria, en su propia singularidad y elaboración subjetiva. ¿Pero que es el pase? ¿qué nos muestra la psicoanalista Lucia Tower de lo que fue ese acontecimiento llamado un ‘’pase salvaje’’?

Lucia Tower

El mérito indudable de Tower constituye un ejemplo paradigmático sobre lo que significa la conducción de la cura psicoanalítica, hasta su terminación. Los dilemas y las dificultades para esta realización con sus respectivas consecuencias en el gremio. Así se encontrará en los escritos de Lucía Tower un planteamiento retomado por Lacan en el seminario de La angustia. Se trata indudablemente de una experiencia relativa a la transmisión y la escritura.

Esta articulación constituye el planteamiento esencial del libro de Gloria Leff, la problematización de un suceso psicoanalítico referido al pasaje de analizante a analista que tuvo lugar con Lucía Tower. De cómo llegó a ocupar el lugar de analista.

Cito a Gloria Leff: ‘‘Para resumir en unas cuantas frases la aportación de Tower al psicoanálisis, podría decirse que dejó el testimonio de su pasaje de analizante a analista y puso en el centro del mismo el carácter erótico del análisis’’ (p. 155)

El postulado central de Tower es que ‘’la neurosis contratransferencial es una parte integral de cada análisis’’ p 155. En este proceso y valiéndose de su propia contratransferencia, es decir utilizando su transferencia dirigida al analizante, logra hacer un pasaje de analizante a analista. Es decir que Tower logra recuperar la posición de analista en función de un abajamiento, to stoop to, en una situación en la cual el propio ser de la analista, en tanto mujer, entra en juego en la dialéctica del análisis para posibilitar un final de análisis.

De esa experiencia dará cuenta Lucía Tower para transmitir desde la escritura un pase ‘‘salvaje’’ en un texto cuyo seguimiento es seguido por la investigación pormenorizada de Gloria Leff.

No desarrollaré en este comentario el cuidadoso desarrollo al que lleva la expresión del She stoops to Conquer  proveniente de la comedia inglesa, mencionado por Lacan en su comentario de Lucía Tower, por lo que se hace necesario remitirse al texto de Gloria Leff. 

 Los testimonios desplegados en el libro nos hablan de una libertad de procederes experimentales en un contexto suficientemente permisivo y libre, en que se desarrolla el trabajo de Lucía Tower, en el Chicago Institute, de los Estados Unidos, que se organiza y estructura a semejanza del Instituto de Berlín.

Nos muestra que las libertades que se podían tomar los analistas con respecto a la técnica y la conducción de la cura, en suma, terminaban siendo innovaciones antifreudianas, lo que nos sitúa ante lo irreductible del fenómeno de la transferencia en el contexto analítico y a los puntos de imposibilidad lógica y práctica cuando la doctrina analítica no puede contextualizar el espacio de realización subjetiva de un proceso inédito.


Margaret Little
El caso de Margaret Little es distinto pues a pesar de la riqueza de sus aportaciones y su probada pericia como analista despliega en su obra un planteamiento que sustenta como una de sus afirmaciones fundamentales que el duelo es interminable. Tal planteamiento constituye parte de un testimonio relativo a la muerte de su padre y luego el de su analista Ella Freeman Sharp y posteriormente Donald W  Winicott, quien la ‘‘prepara’’ para seguir por si misma antes de ser alcanzado por la muerte que supo anticipar, sabiéndose enfermo, por lo que no quería dejar a Little de una manera intempestiva.

El posicionamiento subjetivo de Little se mantuvo coherente hasta el final con su teorización sobre el planteamiento de la Basic Unity al que se referirá en relación a los pacientes border line como aquellos que nunca logran abandonar el ‘’delirio’’ transferencial de la unidad básica que se halla presente en todo análisis.

Gloria Leff anota además un dato sumamente llamativo en relación a la inscripción de una letra en la firma de Little tras la muerte de su analista. Margarete I Little. La ‘‘I’’ de Isabel que también remite al yo en la pronunciación inglesa de la I.

El planteamiento de Little se sustenta en que el paciente tiene la creencia, en el contexto de su de su ‘’delirio transferencial’’ de que entre él y su analista existe una unidad básica y una identidad total. Según Little este proceso es necesario para reparar la ‘’falta básica’’ y la fractura psíquica de sus pacientes.

En el psicoanálisis que concibe Little el analista ha de atender las necesidades del paciente para propiciar una identificación ‘‘completa’’ apropiada para lograr una identificación plena con su analista y por lo tanto una condición necesaria para su cura y la reparación, en donde interviene la manera en que concebía Winicott la neurosis y la presencia de un analista que pueda reparar aquello que no le fue dado al menor de edad de parte de una madre ‘‘suficientemente buena’’. La incidencia decisiva de Winicott para el final del análisis de Little se expresa en términos de be yourself! Es decir ‘’sé tú misma’’, cuyo efecto es la inclusíon del nombre de Isabel abreviado en ‘I’ que es también ‘yo’.


Margarete Little complació a Winicott y se dedico a difundir las tesis de su analista hechas realidad en ella misma, ‘’Ella era la expresión viviente que confirmaba la justeza del proiceder de Winicott en la conducción de su análisis’’. (pag 102)

El contexto para Lacan
Una serie de textos seleccionados por parte de Lacan se sitúa durante el seminario de la angustia, a partir de la participación de Wladimir Granoff, en momentos en los cuales Lacan era objeto de la censura e imposición de criterios, prohibiciones y exigencias, como condición y requisito para seguir siendo didacta reconocido por la International Psychoanalytic Association.

‘‘Todas esas luchas llegaron a su momento de definición en 1963 y tuvieron su expresión y asiento en el seminario de Lacan’’ (p.57) La afirmación de Leff deja en claro que haber abordado precisamente el tema de la contratransferencia en este momento definitorio tenía implicaciones doctrinales de gran magnitud pues se trata de un concepto que atraviesa y vertebra la concepción misma del psicoanálisis: la contratransferencia. En el fondo la organización misma de la IPA, sus mecanismos de funcionamiento y su manera de concebir la cura psicoanalítica.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Degas y los cuerpos desnudos


Existe un trazo sobre la obra de Degas sobre los desnudos femeninos, cuya línea de interpretación bien pudo haber sido generada por un crítico de arte de su tiempo que censuraba a Degas en una de sus exposiciones. Degas se dijo, no pinta desnudos sino mujeres sin ropa. 

La crítica pretendía excluir a Degas de la prestigiosa tradición del ‘’desnudo femenino’’ para situarlo entre aquellos que muestran al que mira ‘’mujeres sin ropa’’. El crítico en cuestión decía más de lo que pretendía pues en efecto se trata en ese recorrido de Degas, de despojar a los cuerpos del desnudo, para mostrar el cuerpo de esas mujeres sin ropa, desvestidas del canon establecido del académico desnudo.

En la continua producción de Degas sobre estos cuerpos femeninos hay algo de la experiencia íntima del artista que trastoca los canones establecidos de la estética reconocida y autorizada para representar un ‘’desnudo’’. Así el planteamiento de la estética kantiana adquiere todo su sentido cuando se ocupa de definir la estética: el gusto personal elevado a lo universal. Esta universalidad que hace valer el artista a contracorriente de las gazmoñerías de la censura y que es al mismo tiempo personal en su realización subjetiva.

Estamos ciertamente en la esfera de lo espiritual que se realiza en la esfera de la visibilidad y la inteligibilidad (Manuel Hernández, De puertas y umbrales, 2005). Una visibilidad que nos remite al dato biográfico de Degas que perdió la vista hasta no poder crear más. Algunas de sus más valiosas e innovadoras piezas se encontraron solamente después de su muerte más de 15 años después de haber perdido la vista. Como ocurre en algunas de sus composiciones ‘‘inacabadas’’ su obra misma es una realización inacabada que confluyó por cierto en el feliz encuentro con la fotografía.
Para Degas la fotografía no impactó en nada su proceso creativo pues no sustituyó al modelo por la fotografía ni a la composición misma de su pintura ante la imagen precisa del cuerpo fotografiado de una mujer sin ropa y además desnuda a lo Degas.

¿Qué buscaba en esos cuerpos ahí en ese intersticio entre el cuerpo y su representación? ¿Qué buscaba en esa anatomía, esas espaldas y cabelleras, esas caderas, esas nalgas esos bustos? ¿Qué sublime realización podía recrear en cada composición?

Degas tomó fotografías de sus amigos y se hizo fotografiar también pero apenas y se ha conocido una sola foto de una modelo cuya imagen fue utilizada para una serie de pinturas.

No obstante esa impermeabilidad de Degas con respecto a la fotografía algo de lo que ocurre con el desnudo de Degas, aparte de sus bailarinas y el resto de su obra, no es ajeno a el canon establecido para el formato del desnudo erótico donde existe de nueva cuenta este elemento de la estética de nuestro tiempo postmoderno, una estética donde la superficie corporal nos remite a la subjetivación de nuestro cuerpo, en ese espacio de intervinculaciones que recorre ese elemento creativo inaprensible, salvo por sus consecuencias, en relación al objeto precioso o maldito, sublime o fatal que el sujeto desea y persigue en su búsqueda.

sábado, 9 de febrero de 2013


Las hermanas Papin, un doble homicidio

El caso de las hermanas Papin  reabierto de nueva cuenta por Jean Allouch permite documentar la interpretación de un acto de extrema violencia cuyo desenlace ilustra el predominio del imaginario como sostenimiento del vínculo y de la estructura subjetiva, desde un “déficit” estructural. 
El tratamiento oficial del caso evitó en su momento considerar la cuestión de la locura y lo que ésta manifiesta como subversión ante la concepción del comportamiento humano sostenido desde el vínculo y el discurso dominante. La objetividad del proceso legal que se documenta en los hechos ocurridos sobre el doble crimen de las hermanas Papin no hace sino comprobar la culpabilidad de las homicidas. Al proceder de esta manera se evita el contenido que corresponde a la responsabilidad subjetiva que remite a la relación materno filial y los elementos deficitarios de la diferenciación generacional. Para abordar este caso del “doble crimen” de las hermanas Papin es conveniente señalar que se trató de un hecho que adquirió rápidamente una dimensión pública, en la medida en que la sociedad civil se manifestó con activa indignación para no tolerar que un hecho de tal violencia quedará sin la aplicación de la justicia que le correspondía. Asimismo en esta cuestión pública, intervienen opiniones diversas a la de los especialistas del peritaje oficial, entre ellos la del Lacan de los años treinta.
El suceso fue comentado en los periódicos franceses de la época por primera vez, el día 3 de febrero de 1933, cuyo encabezado principal señalaba: La mayoría del pueblo alemán respalda a Adolfo Hitler. En un recuadro más abajo se podía leer: “Horrible crimen: La Sra. Lancelin y su hija Genevieve asesinadas por sus sirvientas”[1] Dos órdenes de violencia y dos esferas de la realidad epistemológicamente irreductibles aparecen entonces en una misma página impresa, ocupando la atención del público que sería despertado de su distante indiferencia, más no por el éxito del ascenso nazi, sino por el cercano suceso en la población de Le Mans, de un crimen horrendo cometido por la servidumbre en contra de los señores de la casa que las contrataban. El caso fue llevado a los tribunales de justicia con sus respectivos documentos, informes policiales, peritajes psiquiátricos y testimonios de las asesinas confesas y terceros afectados. Finalmente los aparatos de la justicia emiten una condena de muerte rápidamente tramitada por los dispositivos de la legalidad. Para una de las acusadas la pena de muerte, y 10 años de trabajos forzados para la otra participante “del horrendo crimen”. Es de señalarse que las fotografías de las víctimas que se incluyeron en el expediente, fueron accesibles solamente al jurado. Se requirieron cuarenta años para que dichas imágenes pudieran hacerse públicas y mostrar la visión de la masacre. Se trataba de los hallazgos de primera impresión que la policía encontró en el lugar de los hechos. El primer “objeto hallado” fue el ojo de una de las víctimas lanzado desde el descanso de la escalera donde tuvieron lugar los hechos. He aquí la conclusión a la que pudo llegar el doctor Chartier tras la investigación oficial:
La Sra. y la Srita Lancelin fueron muertas casi sin lucha, con un encarnizamiento y un refinamiento de crueldad de los que la literatura médico-legal ofrece pocos ejemplos. Los instrumentos del crimen fueron múltiples: jarro de estaño, martillo, cuchillo; y el hecho más particular del crimen es el arrancamiento de los ojos con la ayuda de las víctimas aún vivas, pero incapaces de defenderse porque ya estaban debilitadas por las considerables heridas.[2]
Madre e hija de una familia acomodada, eran también las personas de una filiación y una posición social, que quedaban expuestas como las víctimas de sus sirvientas. En la medida en que la sociedad civil se manifiesta activamente las instituciones encargadas de impartir justicia se verán influidas para tratar el caso y restablecer el orden si es que retroactivamente el castigo puede aspirar a restablecer dicho orden.
No obstante las preguntas esenciales sobre el conocimiento del acto criminal, sigue constituyendo un desafío a la razón, que queda sin explicación ni conocimiento esclarecedor.
En ese sentido la eficacia de la ciencia psiquiátrica sigue acompañándose de una política de desconocimiento, manifiesta en rechazar las aportaciones del psicoanálisis, tanto a su propio campo como al campo jurídico.
De hecho la condena a muerte decidida desde lo penal, se emitió rápidamente para evitar que pasara del terreno de lo legal al terreno psiquiátrico. En el terreno jurídico la resolución se trabaja sobre los hechos, en cambio en el terreno psiquiátrico surgen las preguntas inevitables sobre la causalidad del crimen y el problema sobre la responsabilidad del acto en personas afectadas de sus facultades, o que padecen de “locura”.
Durante el proceso tuvieron lugar diversos discursos para respaldar la condena y solamente uno a cargo de la defensa. Uno de ellos a cargo del Sr. Le Batonnier, representante de la parte civil y a nombre de la familia Lancelin pronunció públicamente estas conmovedoras palabras:
La Sra. y la Srita. Lancelin fueron asesinadas con un refinamiento de crueldad tal que en un primer abordaje, la razón se rehusaba a admitir la realidad de los hechos, y que el médico legista, comisionado para examinar los cuerpos de las víctimas, iba a poder recibir en su informe sin ninguna exageración, que uno se encontraba en presencia de un crimen sin presedente en los anales médico-legales, cometido con refinamiento de tortura que solo se encuetra en los pueblos incivilizados...
Sea como sea, esta escena de carnicería -el crimen reprochado a las muchachas Papin- les pareció a los magistrados encargados de la instrucción tan horrible, tan monstruoso, que repugnaba de tal forma a su razón de hombres íntegros el pensar que un crimen semejante había podido ser llevado a cabo por personas razonables.        

Más adelante el señor Le Batonnier afirmará que: “Ellas no son ni locas, ni histéricas, ni epilépticas: son normales, médicamente hablando y nosotros las consideramos como plena y enteramente responsables del crimen que han cometido”.[3] El peritaje que se realizo para afirmar que las hermanas eran normales corrió a cargo de tres médicos especialistas, “celebridades” médicas  que después de un examen profundo, serio, profesional, encuentran que no existe anormalidad alguna o contenido delirante o locura. El señor Le Batonnier pregunta: “¿cómo pueden tener los aún los profanos la pretensión de discutir provechosamente un informe como el que está en la base de estos debates  e intentar atenuar su alcance?”[4]. Para finalizar su discurso el señor Le Battonier solicita lo siguiente:
Ellas no ameritan ninguna piedad, y ya que el odio que tenían en el corazón hacia sus patronas les inspiró refinamientos de tortura y de crueldad en los crímenes que cometieron, que solo se encuentra en los pueblos salvajes, -ya que ellas se condujeron como bestias feroces- hay que tratarlas como salvajes y como bestias feroces. Hay que suprimir a una-ya que la ley permite suprimirla y hay que poner para siempre a la otra fuera de la posibilidad de hacer daño.[5]

Tras el “doble crimen” que las hermanas Papin realizan sobre la señora de la casa y su hija son encerradas y sentenciadas. La pormenorizada documentación de los interrogatorios nos muestran el refinamiento de una crueldad, justificada en el acto de las acusadas, con un lujo de violencia no menor a las asesinas. Del párrafo anteriormente citado quedó abierto el sentido de “tratarlas como salvajes y bestias feroces”, esto que también se entiende que la ferocidad salvaje queda del lado de quien trata, aunque con una razones de peso: las tratadas son también feroces y salvajes.  Se trabaja sobre “los hechos” y se interroga una y otra vez sobre lo sucedido con el objetivo de establecer la verdad de lo sucedido en sus más mínimos detalles. Sin reparar en hacer las mismas preguntas una y otra vez se establece la pormenorización de los objetos utilizados, la manera de golpear a las víctimas, el por qué de la posición de los objetos y los muebles en el espacio preciso donde ocurrieron los hechos, la parte del cuerpo de las víctimas que fueron dañadas y cortadas y la participación correspondiente de las hermanas en cada uno de los detalles y el intento de hacer corresponder las respuestas de cada una de las acusadas.  Las fotografías del archivo a las finalmente el público interesado podía tener acceso muestran la escena atroz de la violencia con la que fueron masacradas las víctimas. (el término masacradas es el que utilizó Christine sobre su acto). El dictamen forense señala que los cortes hechos sobre las piernas de la Srita Lancelin no muestran sangrado por lo que fueron efectuados después de que la víctima habia perdido la vida. También las nalgas muestran heridas. La derecha al nivel de la región sacroilíaca rasguños y una larga herida de 13 cm. Una de las fotografías muestra parte de esta imagen, pues como lo señala Allouch, hubo pudor para tomar la fotografía pues aparece cubierta con un abrigo que solo permite apreciar parcialmente la descripción forense. Estas “pruebas” serán importantes pues permitían por lo menos sospechar de algún desorden en el pensamiento de las victimarias, a las que se consideró sin manifestaciones de locura.
Las hermanas no niegan su acto y se dejan conducir. Sin embargo después de vivir inseparablemente una junto a la otra, en su encierro las hermanas fueron separadas. Una escena descrita en la reconstrucción del caso señala que Christine, a cinco meses de habitar en su celda, separada de Lea, empieza a manifestar una agitación creciente que culmina con alucinaciones, que aumentan su grado de agitación. Dice observar a su hermana Lea ahorcada y colgada. Christine amenaza grita e implora, exige o suplica que se le permita reunirse con Lea. Pero la petición es reiteradamente negada. La justicia no se deja ablandar. Uno de los testimonios reunidos por las guardianas señala que Christine, “la asesina”, intenta reunirse con su hermana y avanza sobre los muros, queriendo atravesarlos como si no existieran, como si no tuviesen una materialidad real y se estrella contra ellos.
Lea en cambio resiste la separación, y espera el desenlace.
El aparato médico jurídico francés instaurado desde 1838 y vigente hasta la fecha, encuentra culpables a Christine y Lea Papin.
Con uniforme de presas serán vigiladas día y noche en la celda destinada a las mujeres a quienes se cortará la cabeza con la proverbial guillotina francesa. Christine debe usar camisa de fuerza al dormir. En progresivo autismo, ante la separación y en un mutismo total, rechazando todo alimento, “se deja morir”. El diagnóstico del deslizamiento progresivo hacia la esquizofrenia fue el de “caquexia vesánica”. Christine, a diferencia de Lea, su hermana menor, rechazará firmar un recurso de apelación. A Lea le será concedido el perdón que acepta y retoma su camino hacia la vida con su madre la señora Clemence Papin.




[1]Allouch, Porge, Viltard, El doble crimen de las hermanas Papin, Artefacto, 1995,p21.
[2]Op. cit. p. 35.
[3]Ibid. pag. 114.
[4]Ibidem
[5]Ibidem, pag 118.