viernes, 1 de febrero de 2013


Jean Allouch, Marguerite, Lacan la llamaba Aimée, México, Editorial Psicoanalítica de la Letra (epl), Libros de artefacto, 1986.

La Tesis Doctoral de Lacan en el caso Aimeé
El ‘‘caso’’ de Aimée a partir del cual Lacan escribió su tesis doctoral en los años treinta fue retrabajado después de más de 50 años por el psicoanalista francés Jean Allouch,[1] quien da a conocer públicamente el hecho de que esta mujer no era otra que la madre del reconocido psicoanalista francés Didier Anzieu, cuyo análisis con Lacan se vería interrumpido por la dificultad para manejar la situación transferencial de su paciente.  

Con el libro de Allouch titulado Marguerite, Lacan la llamaba Aimée,[2] asistimos a la lectura crítica de otra construcción del caso al mismo tiempo que su actualización y su interpretación renovada. Otro tiempo y otra lectura. No se trata ya de Aimée, sino de Marguerite Anzieu. Con este trabajo Allouch devuelve al caso su polémica actualidad, pues profundiza en el terreno delicado de la filiación, la herencia, los orígenes de Lacan y sus errores fecundos. Entre los participantes de la polémica está Didier Anzieu, renombrado psicoanalista francés y miembro de la antilacaniana Asociación Psicoanalítica de Francia, hijo vivo de Marguerite Anzieu, paciente atendida por el joven Lacan. El primero forma parte de la construcción del caso que realiza Allouch. No solamente porque contribuyó a documentar la investigación historiográfica y presentó un postfacio en el libro, sino porque fue analizante de quien antes fue el psiquiatra de su madre. El trabajo de Allouch  revela líneas de importancia crucial que relacionan la enseñanza y la autoridad del analista con la resolución subjetiva y la posición intelectual adoptada ante la intervención del analista.

Marguerite es pues presentada por Allouch, quien al mismo tiempo elucida los equívocos fecundos de Lacan con respecto a ella y a su analizante Anzieu –aunque los errores en cuanto a la manera de interpretar la paranoia de Aimée son reconocidos por el mismo Lacan cuando se publica su tesis doctoral–. Con este trabajo Allouch reafirma su pasión crítica hacia Lacan y sus herederos institucionales. Lo no simbolizado de entonces retornaría a través de la escritura de Allouch.

Recordemos que Aimée irrumpe en escena cuando intenta un acto homicida dirigido contra una actriz conocida de la época. Su delirio se organiza en relación a la persecución de aquella actriz que dirige un “complot” para arrebatarle a su hijo de quien “quieren la muerte”. En el proceso encontramos que la intensión homicida de Aimée contra su propio hijo se dirige a una invasora que es en realidad la persona de su hermana que a su vez será reencontrada en la persecución paranóica. Una característica que le daría amplia notoriedad al caso entre un público más amplio que el del ámbito de la clínica, fue la vocación creativa de esta paciente que intentaba pasar a la fama por medio de su obra escrita.

Con respecto al trabajo de reinterpretación de Jean Allouch que ha orientado esta exposición, es posible hacer una presentación esquemática y por tanto introductoria mencionando un hecho inicial reconstruido: la negativa de Lacan de devolver a su apreciada Aimée los textos que ella había escrito y se proponía publicar a su salida del hospital psiquiátrico. Este singular suceso de negarle sus escritos tiene lugar en la casa de Alfred Lacan, el padre de Jacques Lacan. (Para una información más precisa del pormenorizado trabajo de Allouch remito al prudente lector al texto original. Por mi parte, me valdré solamente de algunos puntos señalados en aquel texto a partir de los cuales es posible presentar una posible actualización del caso.)

En su estudio monográfico, Allouch considera que Didier Anzieu formaba parte del caso Marguerite y realiza una interpretación con implicaciones de estructura sobre dos afirmaciones básicas:  
       1) Padre e hijo no tenían nada qué decirse.
       2) Una transferencia paterna positiva e intensa.

La primera afirmación es de Marguerite, la segunda una revelación autobiográfica de Didier Anzieu. Marguerite comunica la primera oración a su hijo en momentos en que él se analiza con Lacan, sobre el fondo transferencial que la segunda oración indica: padre e hijo no tienen nada qué decirse, refiriéndose a Alfred Lacan y a su hijo Jacques que hace "payasadas para amueblar el silencio". A partir de esta secuencia lógica Allouch reconstruye la interrupción del análisis de Didier Anzieu. Veremos de qué manera. 

La afirmación que Marguerite comunica a su hijo (llega hasta Lacan que la colocó en algún momento como sujeto supuesto saber) equivale, según Allouch, a "algo como: no tienes nada qué ver con Lacan cuestionado como padre".[3] 

Coincide en este vértice de la reconstrucción el hecho de que Anzieu había comunicado a Lacan que escribiría las reflexiones sobre su análisis y se las entregaría para que éste las publicara, pero se entera de la negativa de Lacan a devolver los papeles propiedad de Marguerite, a pesar de la petición expresa que ésta le hiciera estando en aún en casa de Alfred Lacan, para quien trabajó durante diez años. 

Entonces Anzieu decide no entregarle nada. Se ríe de Lacan, dice Allouch, pues sabe que no le dará esas reflexiones aun cuando las ha prometido. Es "la risa de la falsa promesa" que hace el analizante al analista con el que asistió durante cuatro años. Este pasaje está precedido por una pregunta crucial que hace Anzieu a Lacan en el transcurso de su análisis: "¿cómo pudo no reconocerme como el hijo de la que estuvo internada en Sainte Anne?"[4]


La reconstrucción de Allouch sustenta en este punto con la información proporcionada por Roudinesco y el mismo Anzieu. Al respecto existen dos respuestas restituidas a la historiografía del suceso y a esa pregunta crucial por la identidad:

1) Lacan confiesa a Anzieu que él mismo reconstruyó la respuesta durante la cura.

2) Ignoraba –dijo Lacan según el testimonio de Anzieu– el apellido de casada de Aimée, la cual había sido registrada en el hospital de Sainte Anne con su apellido de soltera.

En esta urdimbre apta para novelistas, y descifradores, Allouch sostiene que Anzieu no sólo es la continuidad del caso de Aimée, sino "la mayor objeción a la versión del caso."   

Después de la separación, propiciada en gran medida por la respuesta que da Lacan a la pregunta crucial de Didier Anzieu, éste no sólo se hace psicoanalista, sino que intenta seguir, por lo menos al principio, la enseñanza de Lacan sobre el rsi (real, simbólico e imaginario) en el trabajo con grupos. Después dejaría este camino teórico por considerarlo de poca utilidad. Anzieu abandona la línea lacaniana.  

Finalmente, es pertinente señalar que en el postfacio del libro Anzieu deja a Allouch la responsabilidad de su interpretación. Hace también un reconocimiento. Le dice a Allouch, con quien mantuvo solamente un contacto epistolar: “gracias a su texto pude superar mi aversión original a que se debatiera en público la psicopatología de un ser que para mí jamás fue un caso sino una persona."[5]





[1] Jean Allouch, Marguerite, Lacan la llamaba Aimée, México, Editorial Psicoanalítica de la Letra (epl), Libros de artefacto, 1986.
 [2] Ibid.
 [3] Ibid, p. 657.
 [4] Ibid, p. 664.
 [5] Ibid, p. 776.

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