viernes, 17 de agosto de 2012


¿Qué medicamentos tomaba James Holmes? 

‘‘El Guazon’’

La información noticiosa y periodística estadounidense presentó un evento de alto raiting televisovo con hechos dispersos y confusos, sobre un asesinato más en aquella nación. Si también allá. También en los Estados Unidos se puede observar cómo el lenguaje noticioso blanquea la realidad, la hace tolerable, digerible, aceptable, incluso entretenida. Un joven de 24 años decide presentarse a una función de Batman en julio del 2012, para matar a 12 personas y herir a 58, como si estuviese en dentro de la filmación y se hubiese adentrado en la lógica ficticia de héroes y villanos hasta perder la línea que separa entre la ficción y la realidad. El presunto asesino se identifica con el villano  ‘‘Guazon’’ y atribuye a los ahí reunidos una simpatía por Batbam, así que decide darles un escarmiento de una manera deshumanizada, con la misma frialdad que en las películas de Holywood. Con la diferencia de que esta vez Batman no llegó a tiempo para evitar el multihomicidio. Las notas periodísticas no indican en qué momento de la función el enloquecido villano inició el tiroteo, tal vez para no darle al suceso elementos para una narrativa de mayores alcances de irracionalidad social, que es en la que viven muchos millones de estadounidenses. También allá. Se gesta así una narrativa del horror al interior de una sociedad donde adquirir armas es algo accesible para cualquier ciudadano. La lógica democrática del consumo no distingue entre los trastornados y las personas morales que adquieren armas.  De hecho una de las consecuencias del tiroteo sangriento en la función de Batman consistió en la adquisición masiva de licencias para portar Armas en el estado de Colorado. Ahora los indecisos han elegido: hay que estar armado para una eventual y cada vez más probable defensa contra ataques de enloquecidos ciudadanos estadounidenses criminales. También allá.
¿Pero qué ocurrió a Holmes para haberse precipitado de esa manera en semejante locura criminal? No se puede reducir el suceso a una pérdida de la razón propiciada por la versión de la realidad a la que tienen acceso la media estadística de los ciudadanos estadounidenses, a través del cine y de lo que llamamos su ‘’cultura’’. Por más que los estadounidenses ‘’promedio’’ vivan sin un parámetro confiable sobre la ‘’realidad’’ debe existir más información que nos ayude a entender el caso del violento y joven asesino. Es un suceso al que tendríamos que sumar otros como el de Harris y Klebold en Columbine donde los jóvenes protagonistas también se conducen desde la locura asesina, sin una explicación lógica, entendible, con una completa pérdida de los parámetros de la realidad. ¿Existe algún hilo conductor entre estos casos que nos permita articular un planteamiento lógico, que de cierta coherencia a lo que ocurre tras estos repetidos actos de locura sujetos singulares?
En primer término tendríamos que preguntarnos que causa la locura. La pregunta por sí misma no garantiza que las respuestas nos conduzcan hacia la verdad pues existen distintas explicaciones y no hay posibilidad de una comprobación científica de laboratorio como puede ocurrir en las ciencias duras donde se trata de la materia y de niveles complejos de abstracción teórica. En este caso no existe una explicación teórica paradigmática que se ostente bajo el criterio de la falsación científica. Todo parece indicar que se trata más bien de una controversia de interpretaciones encontradas donde se halla en juego la verdad de aquello que es auténticamente humano.
No sabemos a ciencia cierta que es la locura aunque tengamos nuestras hipótesis. También puede ocurrir que la explicación científica no sea sino una versión ideológica manipulada por intereses políticos para orientar y conducir a los que salen de los parámetros de la normalidad psíquica y son sujetos políticamente inconvenientes.
De inicio los  científicos norteamericanos nos dicen que la locura se halla motivada por anomalías en el funcionamiento cerebral cuya fisiología deficitaria se halla correlacionada con aspectos genéticos y hereditarios. Existen diversas hipótesis que se refieren al hipotálamo y la manera en que su mal funcionamiento genera diversos tipos de problemas, incluyendo el ‘’cerebro deprimido’’. En esta parte de la explicación ya no se trata de una persona deprimida sino de un cerebro deprimido o de ideas violentas generadas por el cerebro enfermo. El sujeto humano, desde esta perspectiva desaparece del campo de explicación supuestamente científica. Hay que tratar al cerebro enfermo no a la persona.
Como se sabe el cerebro enfermo y el hipotálamo deficitario no producen las sustancias neurotransmisoras en cantidades adecuadas por lo cual el estress ordinario puede llegar a generar grandes problemas. En consecuencia el tratamiento consiste en restablecer la producción y el metabolismo de esas sustancias y el malfuncionamiento del sistema nervioso central. De esta manera las empresas farmacéuticas en los Estados Unidos crecen y generan cantidades multimillonarias.
Con respecto a James Holmes no se suicida como si lo hicieron Harris y Klebold en Columbine  y será el sistema judicial quien decida si merece la pena de muerte, o se le otorga el derecho a vivir en una cárcel por el resto de su vida tomando psicofármacos. La instancia acusadora se halla ante la posibilidad de condenarlo a muerte si su defensa no logra demostrar su condición de enfermo mental y por tanto por haber actuado sin plena posesión de sus facultades mentales, de ser ‘‘mentalmente incompetente’’.
Pero existen otras características únicas y probablemente irrepetibles que distingue a James Holmes y le definen como un sujeto verdaderamente sintomático de la cultura estadounidense que es al mismo tiempo un modelo de la cultura occidental que tanto determina nuestra concepción de la realidad.
En primer lugar tenemos su condición de estudiante de neurociencias cuyos objetivos son el estudio de los procesos fisiológicos, microscópicos, neuronales y sus trastornos bioquímicos que generan sufrimiento y anomalías en la conducta. Es decir que Holmes probablemente buscaba una explicación a su propio sufrimiento, una respuesta para sí mismo. Esto se confirma con el hecho de que Holmes pidió ayuda a la psiquiatra Lynne Fenton que ocupa el cargo de Directora Médica de Salud Mental de la Universidad de Colorado donde el propio Holmes estudiaba neurociencias.
De esta manera la urdimbre de implicaciones éticas y legales, médicas y farmacológicas empiezan a tomar una complejidad similar a la trama de una novela de realismo extremo, hilvanada en el contexto de una película de ficción.  La conjunción de elementos e información disponible, que distribuye las posibles responsabilidades, incluye el alegato judicial de no dar a conocer ante la opinión pública el contenido de un cuaderno que el paciente Holmes hizo llegar a su psiquiatra en el cual se presupone que detalla la anticipación de su terrible acto criminal.   La fuente informativa Mail on line (visitada el 1 de agosto) detalla que la doctora Fenton, se prescribía a sí misma, en el 2005, un ansiolítico de nombre Xanax y a su marido le prescribía también medicamentos para dormir. Este hecho fue registrado pues las autoridades de la universidad hicieron una amonestacióna la doctora, por no indicar en un registro médico la prescripción que estaba dándose a sí misma y a su esposo. El suceso fue documentado por la cadena 7NEWS a partir de los recientes acontecimientos.  
La práctica psiquiátrica es una práctica de medicación que forma parte de una robusta actividad empresarial que conforman el mapa de la cultura de la salud mental de los estadounidenses que incluye también a sus especialistas, a los neurólogos, a los médicos y los psiquiatras. Y ahí en ese escenario estaba James Holmes estudiando neurología. Todos ellos coinciden en explicar el comportamiento humano, sus estados emocionales y afectivos en función de la fisiología del tejido cerebral.
Uno de los temas de especial cuidado sobre el caso se refiere a los medicamentos que tomaba Holmes, pues existe información previa bien documentada por el congreso estadounidense sobre los efectos de Prozac ampliamente asociados con las conductas homicidas y suicidas de los pacientes que las ingieren como parte de un tratamiento. Así que en esta narrativa de sucesos se incluye con toda seguridad al mismísimo gobernador del Estado de Colorado, y desde luego a los abogados que acusan y los que defienden y a los representantes legales de las farmacéuticas para quienes el ingreso de millones de dólares es realmente un asunto muy serio. Así las cosas ¿conoceremos qué medicamentos hestaba tomando Holmes? Hasta hoy no se conoce esa información. Dificilmente se diría ‘’si, Holmes tomaba Prozac antes de su crimen’’. Es de imaginarse la enorme reducción de prozacs ingeridos durante los siguientes meses de la noticia.
Como en otros casos los abogados especializados de las farmacéuticas maniobran con pericia para que el tema no se centre en la prescripción legal de fármacos que generan conducta violenta, suicida y homicida. También estaba presente una historia de medicación psiquiátrica en el caso de Columbine de los adolescentes Klebold y Harrys. No se trata de casos aislados, sino de sucesos acallados por los poderosos medios de incomunicación. Se sabe también de lamentables suicidios en otras instituciones no educativas como en el ejército estadounidense, la US Army, donde soldados tratados pisquiátricamente han terminado por suicidarse. Desde luego se trata de información confidencial. En lo que no sabremos en el porvenir del Jame Holmes, una de las coartadas posibles será la de señalar a la Dra. Fenton como posible responsable en cuanto a la prescripción de dosis inadecuadas del medicamento. Si las dosis o el medicamento no fueron los adecuados, se dirá, la prescripción precisa hubiese dado resultados distintos.
También es probable que Holmes sea confinado por el resto de su vida tomando medicamentos que lo mantendrán como un sombie el resto de su vida, si no se ‘’suicida’’ antes, sin posibilidad de acceder a la verdad que el trataba de encontrar sobre sí mismo, en las explicaciones neurofisiológicas y la naturaleza del funcionamiento cerebral, neuronal, sináptico, molecular, microscópico y científico de su sistema nervioso central.
Para finalizar señalemos que Holmes no solo buscó ayuda sino que en cierto momentos manifestó sus inclinaciones destructivas. Al respecto existe una prueba importante. Se trata de un paquete que contiene entre otras cosas un cuaderno que Holmes había enviado a su psiquiatra la Dra Lynne Fenton en el campus de la universidad, poco antes de anunciar que dejaría sus estudios de neurociencias. El paquete fue incautado por las autoridades el 23 de julio, tres días después del terrible suceso. La autoridad señala que esa información debe permanecer confidencial y protegida en función de que se trata de  una relación privada de médico paciente. Las partes en conflicto no han apelado esa solicitud de confidencialidad.
Las coincidencias han querido que también el caso de Columbine  exista una información confiscada por parte de la policía, de otro cuaderno de uno de los adolescentes del caso Klebold y Harris, pues se ha considerado que no es conveniente dar a conocer los contenidos de los cuadernos de una persona trastornada y enferma. En la nación donde hay una gran libertad para la compraventa de armas, esa información privilegiada sobre los sujetos, la singularidad de sus vidas y padecimientos, permanece inaccesible al público.
Una nota de las que circularon sobre el desafortunado James Holmes anotaba lacónicamente lo siguiente: ‘’El joven procesado estudiaba Neurología en la Escuela de Medicina de la Universidad de Colorado y podría haber tenido una vida muy feliz’’.
Algunas fuentes afines de consulta en línea:

No hay comentarios: